Los Obeliscos son pilares de piedra, con forma de aguja. La palabra viene del griego, significa aguja.
Se erigían en Antiguo Egipto sobre una base de piedra. Los antiguos obeliscos se tallaban de un solo bloque de piedra. Probablemente eran más difíciles de construir y de erigir que las pirámides. El primer obelisco del que se tiene constancia es de la época de Userkaf, faraón de la dinastía V . Se desconoce cómo eran erigidos estos monumentos, pues no hay documentos escritos en Egipto describiendo el método utilizado.
Heliopolis es la ciudad con más obeliscos. También en Roma en el presente hay siete obeliscos procedentes de Egipto y trasladados allí durante el Imperio Romano.
Los antiguos egipcios tardaban varios meses en tallar el obelisco en la cantera. Utilizaban como material granito rosa, una piedra con consistencia y resistencia interna fuerte para que no se quebraran al erigirlos.
No los cincelaban, los tallaban utilizando otras piedras más duras, mendiante bolas de dolomita golpeándolas repetidamente contra el suelo.
Para separar los obeliscos del suelo, construían cavernas por debajo de los obeliscos. Los transportaban por la tierra sobre rodillos. Y a lo largo del Nilo en varios barcos unidos, siguiendo la corriente hacia el norte. Por suerte las minas de granito rosa se encontraban al sur de Egipto.
Los obeliscos se mantinen en pie por la propia gravedad sobre su base. No necesitan ninguna otra unión al suelo.
Este monumento simboliza el rayo del Sol, la estabilidad y fuerza creadora del dios Ra (el Sol).
Generalmente se colocaban por pares a la entrada de los templos, con sus caras talladas con jeroglíficos. La mayoría de los obeliscos de Antiguo Egipto procedían de las canteras de granito de Asuán.
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